Probablemente haya oído alguna vez el término “reloj biológico”. A menudo se asocia con la fertilidad de la mujer y su capacidad para tener hijos. Sin embargo, lo cierto es que casi todos los procesos biológicos del cuerpo están coordinados y controlados por relojes biológicos internos. El cuerpo humano está formado por una multitud de relojes y ritmos biológicos. Aunque en el pasado estos ritmos eran un misterio para científicos y médicos, cada vez hay más estudios que demuestran que casi todos nuestros procesos biológicos, desde el sueño y la digestión hasta el control de la tensión arterial y la función cerebral, están relacionados con relojes y ritmos internos.
Este nuevo conocimiento de los ritmos corporales se conoce como cronobiología, o estudio de los relojes internos y los ritmos biológicos, y está allanando el camino para nuevos descubrimientos en salud y medicina.
Los relojes y ritmos de la vida
Nuestro cuerpo está controlado por distintos tipos de relojes internos. Los tres más importantes son los ritmos circadiano, ultradiano e infradiario.
Los ritmos circadianos son los más conocidos y se correlacionan con el ciclo de 24 horas de luz/oscuridad de la rotación de la Tierra. Estos ritmos controlan varios procesos que ocurren cada 24 horas, como el ciclo humano de sueño-vigilia.
Los llamados ritmos ultradianos regulan ciclos como el hambre, la frecuencia cardiaca, la digestión y otros procesos que ocurren a intervalos más cortos que las 24 horas.
Por el contrario, los ritmos infradianos se producen en ciclos que duran más que los conocidos ritmos circadianos de 24 horas, con un ciclo completo que dura 28 horas o más. Un buen ejemplo de ello son los ciclos hormonales de las mujeres adultas o los diversos procesos celulares y niveles hormonales que se adaptan a la estación del año.
Estos diferentes relojes corporales colaboran estrechamente para preparar a nuestro cuerpo para las exigencias de las diferentes épocas del día, del mes y del año.
El ritmo circadiano: el reloj maestro
El ritmo circadiano es probablemente el reloj más conocido del cuerpo, ya que está presente en casi todos los organismos vivos. Este reloj de 24 horas controla diversos procesos, como el sueño, la reparación del ADN y la regeneración celular:
Las células primitivas son dañadas por el sol y el calor durante el día y utilizan las horas nocturnas para la necesaria reparación del ADN y otros procesos de curación. Aunque el ritmo circadiano humano es mucho más complejo que el concepto de daño diurno y reparación vespertina, esta fórmula es la explicación más completa de cómo nuestro cuerpo utiliza las horas nocturnas como tiempo de reparación y regeneración celular, preparándose químicamente para procesos importantes. Este reajuste nocturno garantiza que todos los procesos biológicos tengan lugar en el momento y el orden adecuados.
Cómo se ajustan los relojes del cuerpo
El núcleo supraquiasmático del hipotálamo sincroniza cuidadosamente todos los procesos rítmicos en nuestro cerebro. El hipotálamo recibe los llamados zeitgebers, es decir, las influencias externas o ambientales, y las utiliza para armonizar los relojes entre sí y con las necesidades de nuestro entorno.
Para regular el ritmo circadiano, nuestra retina recibe el temporizador de luz de nuestro entorno y reenvía la señal luminosa al hipotálamo. A continuación, el hipotálamo envía una señal a la glándula pineal para que suprima la producción de melatonina (una hormona que nos da sueño) y a otras zonas del cerebro para que aumenten la producción de hormonas asociadas a la vigilia.
A su vez, el hipotálamo asume que se acerca la noche cuando nuestras retinas perciben menos luz externa. Esto es especialmente cierto cuando la reducción de la luz también se combina con otras señales de la noche, como una temperatura más baja. El hipotálamo da entonces luz verde a la glándula pineal para que produzca melatonina y el cuerpo se prepara para el modo sueño.
Relojes internos y salud
Los relojes internos del cuerpo no sólo son importantes para nuestro ritmo de sueño, sino también para la salud de todo el organismo. Por ejemplo, si nuestros relojes internos no dan la señal de reparación del ADN y este proceso se salta o no se produce correctamente, las células del cuerpo empiezan a perder su capacidad de funcionamiento, lo que puede provocar mutaciones genéticas, enfermedades e incluso cáncer.
Dependiendo de la capacidad de nuestro cuerpo para mantener unos ciclos de reloj internos adecuados, estos ritmos biológicos pueden jugar a nuestro favor y bienestar final o en nuestra contra. Una rama de la cronobiología es la cronofarmacología (también conocida como cronoterapia). Esta rama investiga enfoques terapéuticos basados en los principios fundamentales de la cronobiología y la comprensión de los ritmos y relojes internos propios del organismo.
El máximo efecto de la cronoterapia se consigue combinando los ingredientes y las fórmulas farmacológicas óptimas, las cantidades de dosificación correctas y la comprensión de los órganos o conexiones seleccionados para administrar las sustancias en el mejor momento posible y lograr así los mejores resultados con menos efectos secundarios.
Este método de investigación ha dado lugar a numerosos descubrimientos en el tratamiento de diversas enfermedades como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Este método también se ha utilizado en otras investigaciones para programar la quimioterapia de modo que las células cancerosas sean atacadas cuando son más vulnerables, reduciendo el riesgo para las células sanas.
Desde el punto de vista científico, los relojes internos del cuerpo son fascinantes, pero lo son aún más desde el punto de vista médico. Comprender los complejos procesos por los que pasa el cuerpo y los distintos tiempos asociados a ellos permite entender mejor la interacción entre salud y enfermedad y desarrollar tratamientos nuevos y más eficaces. Dado que los relojes biológicos de nuestro cuerpo son sumamente importantes para nuestra salud, centrarse en el mantenimiento y tratamiento de los ritmos biológicos y los trastornos del ritmo es un campo nuevo y prometedor de la atención sanitaria y la prevención de la salud.