El insidioso vínculo entre la ansiedad y la inflamación

La inflamación es una de las respuestas que el sistema inmunitario produce para combatir una amenaza extraña, como un virus o una infección. En la inflamación crónica, la inflamación persiste durante un largo periodo de tiempo -meses o incluso años-, convirtiéndose posiblemente en una condición continua en el cuerpo del individuo. La inflamación crónica se ha relacionado con una serie de problemas de salud graves, como las enfermedades autoinmunes, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la artritis, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y otras. Nuevas investigaciones han descubierto una relación entre la ansiedad y la inflamación; aunque todavía no se ha respondido a la pregunta de si la ansiedad causa inflamación o si la inflamación incita a la ansiedad, algunas investigaciones sugieren que la protección contra la inflamación o su reducción en el cuerpo puede ofrecer beneficios para quienes experimentan ansiedad.

Cómo la inflamación crónica perjudica la salud humana

The Insidious Link Between Anxiety and InflammationAunque en general la inflamación es una respuesta saludable a una infección o lesión, la inflamación crónica o de larga duración puede acabar siendo perjudicial para la salud.

Por ejemplo, los individuos con un número inusualmente alto de marcadores de inflamación también tendrán un mayor riesgo de desarrollar condiciones médicas crónicas. Afecciones como el síndrome metabólico, la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares son más comunes en quienes padecen inflamación crónica. Además de los síntomas de la enfermedad concreta que desarrolla un individuo, la inflamación crónica también puede provocar síntomas como la fatiga y el dolor corporal.

Causas y factores que contribuyen

Aunque la presencia de una enfermedad autoinmune aumenta la probabilidad de que alguien sufra inflamación crónica, hay otros factores que hay que tener en cuenta. Si se cumple alguno de estos criterios, existe una probabilidad superior a la media de que se sufra de inflamación crónica o de que se desarrolle esta afección en el futuro.

  • tener 50 años o más
  • estar con sobrepeso u obesidad
  • consumir una dieta rica en grasas poco saludables y azúcar
  • fumar cigarrillos
  • presentar niveles bajos de testosterona o estrógeno
  • padecer estrés o ansiedad
  • sufrir un trastorno del sueño

Hay otras afecciones que suelen estar presentes en las personas con inflamación crónica. Entre ellas se encuentran el asma, la tuberculosis, la artritis reumatoide y la periodontitis. Hay indicios de que un microbioma intestinal deficiente también puede contribuir a la inflamación crónica. En consecuencia, las personas que padecen una úlcera péptica crónica, la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa también pueden estar sufriendo una inflamación crónica.

Tomar medidas para aliviar la inflamación también puede ayudar a reducir la gravedad o la frecuencia de los síntomas de estas otras enfermedades. Por otra parte, tomar medidas para mejorar la salud del microbioma intestinal puede ayudar a reducir la inflamación crónica.

Una nueva investigación encuentra una relación entre la ansiedad y la inflamación

En un estudio reciente, los investigadores examinaron una amplia muestra de sujetos, buscando marcadores de inflamación en su sangre. Buscaron los marcadores identificados como CRP, IL-6 y TNF-alfa en cada uno de los 853 sujetos, registrando el grado en que los marcadores estaban presentes en cada sujeto. También pidieron a cada uno de los individuos que rellenara un cuestionario centrado en el estado de ánimo y el nivel de ansiedad que experimentaba cada uno.

Al examinar sus resultados, el equipo de investigación descubrió que los hombres con niveles más altos de PCR, IL-6 y TNF-alfa también informaron de que experimentaban una ansiedad más grave. Del mismo modo, las mujeres con mayores niveles de ansiedad tenían más marcadores de PCR e IL-6 en la sangre.

El mero hecho de comprobar que tanto la inflamación como la ansiedad están presentes en el organismo al mismo tiempo sigue sin demostrar que una cause la otra. Con el fin de demostrar que existe un vínculo más fuerte entre la ansiedad y la inflamación, los investigadores administraron dosis de lipopolisacárido (LPS) a los sujetos de prueba. El LPS es un compuesto conocido por desencadenar la reacción inflamatoria del sistema inmunitario. Como se esperaba, los marcadores de inflamación en la sangre de cada sujeto aumentaron significativamente, siendo el marcador IL-6 el más alto. También se observó que los niveles de ansiedad de los participantes aumentaron a niveles correspondientes.

Esta investigación confirma la creencia de que la inflamación puede ser una de las causas de la ansiedad y que, si se controla la inflamación crónica, también se puede reducir la ansiedad. También sugiere que la inflamación puede aumentar el riesgo de padecer otras enfermedades además de las cardíacas, la diabetes y la ansiedad. Si se toman medidas para reducir la inflamación mediante la introducción de alimentos y nutrientes antiinflamatorios en la dieta, es posible que se reduzca el riesgo de padecer ansiedad y una amplia gama de otras enfermedades crónicas.

¿Cómo se puede reducir el riesgo de inflamación?

En general, hay que evitar los alimentos procesados y sustituirlos por otros más naturales o de origen vegetal. Esto se debe a que los alimentos procesados contienen altos niveles de carbohidratos refinados que conducen a la resistencia a la insulina cuando se consumen con frecuencia o en grandes cantidades. El resultado es un aumento de la producción de citoquinas inflamatorias en el cuerpo. Además, los alimentos procesados tienen altas concentraciones de ácidos grasos omega-6, que también son agentes inflamatorios cuando se consumen fuera de proporción con los ácidos grasos omega-3 que los equilibran.

En concreto, deben evitarse los siguientes alimentos inflamatorios:

  • carbohidratos refinados (pan blanco, productos de panadería, etc.)
  • alimentos fritos
  • refrescos y otras bebidas que incluyen altas cantidades de azúcar añadido
  • hamburguesas, perritos calientes y otros tipos de carne procesada
  • margarina, manteca de cerdo y grasa

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Aunque todos los alimentos de origen vegetal son mejores opciones de alimentación, estos alimentos en particular proporcionan beneficios antiinflamatorios específicos:

  • tomates
  • aceite de oliva
  • col rizada, espinacas y otras verduras de hoja verde
  • frutos secos, como las nueces y las almendras
  • salmón, atún, sardinas y otros tipos de pescado azul
  • fruits, including strawberries, cherries, blueberries and oranges

Incluso antes de que las investigaciones relacionaran la inflamación crónica con un estado de ansiedad, se sabía que la dieta afecta a la salud emocional. Las personas que comen más alimentos procesados experimentan más episodios depresivos y luchan contra el estrés con más frecuencia. También sienten la ansiedad de forma más aguda.

En el lado opuesto, se ha demostrado que seguir una dieta mediterránea, o una dieta compuesta en gran parte por alimentos de origen vegetal, conduce a una mejor salud emocional y cognitiva. Las personas que siguen una dieta más natural se sienten generalmente más felices y con más energía. También experimentan niveles más bajos de estrés, que también se sabe que desencadena sentimientos de ansiedad. Una serie de nutrientes naturales también pueden ayudar a proteger contra la inflamación. Complementar la dieta con una fórmula natural de alta calidad que proporcione estos nutrientes también podría ayudar en la batalla contra la inflamación.

Esta última investigación nos permite comprender mejor cómo nuestra dieta influye en la salud emocional, especialmente en los sentimientos de ansiedad.

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