Los científicos saben desde hace tiempo que las dolencias físicas también pueden afectar al cerebro. Problemas como la obesidad, la hipertensión y la resistencia a la insulina ponen a prueba el metabolismo y el sistema cardiovascular. Con el tiempo, este estrés puede acelerar el deterioro cognitivo y aumentar el riesgo de padecer Alzheimer. Investigadores de la Universidad Estatal de Arizona, en colaboración con socios de varias instituciones, informan ahora de que estos efectos pueden producirse mucho antes de lo esperado. En adultos jóvenes con obesidad, el equipo identificó marcadores biológicos asociados a la inflamación, el estrés hepático y el daño precoz de las células cerebrales. Estos cambios, pequeños pero mensurables, son similares a los patrones observados en adultos mayores con deterioro cognitivo.
El estudio reveló otro hallazgo importante. Muchos de los adultos jóvenes tenían niveles inusualmente bajos de colina en sangre, un nutriente esencial para la salud del hígado, la regulación de la inflamación y la protección de la función cerebral a largo plazo. “Esta investigación se suma a la creciente evidencia de que la colina es un valioso marcador de disfunción metabólica y cerebral, y subraya la importancia de una ingesta diaria adecuada, ya que es esencial para la salud humana”, afirma Ramón Velázquez. “Varios informes nuevos publicados este mes relacionan la reducción de los niveles de colina en sangre con cambios en el comportamiento, como ansiedad y deterioro de la memoria, así como con trastornos metabólicos más amplios.” Velázquez dirige el estudio como parte del Centro de Investigación de Enfermedades Neurodegenerativas Banner de la ASU, en colaboración con colegas de la Facultad de Ciencias de la Vida de la ASU, el Instituto de Investigación Banner Sun Health y la Clínica Mayo, AZ. Los resultados se publicaron en Aging and Disease.
Efectos tempranos de la obesidad en el cerebro
Aunque es bien sabido que la obesidad aumenta el riesgo de enfermedades crónicas como las cardiopatías y la diabetes de tipo 2, este estudio sugiere que su impacto en el cerebro puede desarrollarse mucho antes. Los investigadores midieron niveles elevados de proteínas y enzimas proinflamatorias que indican estrés en el hígado. También hallaron niveles elevados de cadena ligera de neurofilamentos (NfL), una proteína que se libera cuando se dañan las neuronas. La NfL se asoció a niveles bajos de colina en sangre en estos adultos jóvenes, aunque normalmente no se esperan cambios de comportamiento a esta edad.

Se ha demostrado que la NfL es un importante signo de alerta temprana de la neurodegeneración. Se encuentra en niveles elevados en personas con deterioro cognitivo leve y enfermedad de Alzheimer. La observación de estos marcadores en adultos jóvenes es significativa y sugiere que la obesidad puede tener efectos mensurables en el cerebro mucho antes de que aparezcan los síntomas. Los resultados apoyan la idea de que la inflamación, el estrés metabólico y los cambios neuronales tempranos pueden estar relacionados de una forma que comienza mucho antes de lo que se pensaba.
La influencia de la colina en la salud y el metabolismo cerebrales
Un aspecto clave del estudio se refiere a la colina, un nutriente esencial para la estructura de la membrana celular, el control de la inflamación, la función hepática y la producción de acetilcolina, un neurotransmisor importante para la memoria. La colina es especialmente importante para la estructura de las membranas celulares, ya que es un componente de los fosfolípidos que rodean y estabilizan todas las células del cuerpo. La colina también desempeña una función central en el sistema nervioso: sirve de precursor del neurotransmisor acetilcolina, necesario para la memoria, los procesos de aprendizaje, los movimientos musculares y la regulación del sistema cardiovascular. La colina también es crucial para el metabolismo de las grasas y la salud del hígado, ya que favorece el transporte de grasas desde el hígado y, por tanto, puede prevenir el hígado graso. También desempeña un papel especialmente importante durante el embarazo, ya que favorece el desarrollo cerebral del feto.
El organismo sólo puede producir pequeñas cantidades de este nutriente, por lo que también debe ingerirse a través de la dieta. Algunos alimentos ricos en este nutriente son los huevos, la carne de ave, el pescado, las alubias y las verduras crucíferas, como el brécol, la coliflor y las coles de Bruselas. Las participantes con obesidad tenían niveles de colina en sangre significativamente más bajos, y estas reducciones se correspondían con mayores signos de inflamación, resistencia a la insulina, niveles elevados de enzimas hepáticas y NfL. Los investigadores también observaron que las mujeres del estudio tenían niveles de colina más bajos que los hombres, lo cual es un hallazgo digno de mención, ya que las mujeres son más propensas a sufrir envejecimiento cognitivo y enfermedad de Alzheimer. Las encuestas dietéticas nacionales muestran que muchos estadounidenses, especialmente adolescentes y adultos jóvenes, no alcanzan la ingesta recomendada de colina.
El problema de la ingesta inadecuada de colina afecta a Europa de forma similar. Los estudios demuestran que la ingesta media de colina en muchos países europeos también está por debajo de los niveles recomendados. Dado que la colina ayuda al cerebro y al hígado, una carencia prolongada puede aumentar la susceptibilidad al estrés metabólico y exacerbar los efectos de la obesidad en el cerebro. “La mayoría de la gente no se da cuenta de que no consume suficiente colina”, afirma Wendy Winslow, primera autora del estudio. “Incluir alimentos ricos en colina en la dieta puede reducir la inflamación y ayudar tanto al cuerpo como al cerebro a medida que envejecemos”.
Consideraciones nutricionales para los nuevos fármacos adelgazantes
Los modernos fármacos adelgazantes han revolucionado el tratamiento de la obesidad al ayudar eficazmente a reducir el peso y mejorar la salud metabólica y cardiovascular. Sin embargo, el efecto supresor del apetito de los fármacos con GLP-1 reduce significativamente la ingesta de alimentos. Esto puede conducir a una ingesta inadecuada de colina y otros nutrientes importantes. Los autores señalan que se necesitan más estudios para investigar si la combinación de terapias con GLP-1 con una ingesta adecuada de colina en la dieta puede ayudar a mantener la resistencia metabólica y la salud en general.

En el estudio participaron 30 adultos de edades comprendidas entre los 20 y los 39 años, compuestos a partes iguales por individuos con sobrepeso y con peso normal. Cada participante proporcionó una muestra de sangre en ayunas. Las muestras se analizaron para detectar colina circulante, citocinas inflamatorias, insulina, glucosa, enzimas hepáticas, parámetros metabólicos adicionales y NfL. Las comparaciones entre grupos revelaron patrones consistentes: niveles más bajos de colina, mayor inflamación, estrés metabólico y evidencia de daño neuronal en adultos jóvenes con obesidad. Para entender la relación de estos hallazgos con el envejecimiento cerebral, el equipo comparó sus resultados con datos de adultos mayores a los que se había diagnosticado deterioro cognitivo leve o enfermedad de Alzheimer.
La misma combinación de niveles bajos de colina y niveles altos de NfL se observó tanto en los adultos jóvenes como en los mayores. Esto sugiere que los cambios biológicos asociados al Alzheimer pueden comenzar muchos años antes de la aparición de los síntomas, sobre todo en personas con estrés metabólico u obesidad.
La investigación abre el camino a nuevas estrategias para proteger la salud cerebral
En conjunto, el estudio muestra una estrecha relación entre la obesidad, la inflamación, los niveles de colina y el estrés neuronal precoz. Esta combinación podría explicar por qué los trastornos metabólicos aumentan la probabilidad de deterioro cognitivo en etapas posteriores de la vida. Aunque el estudio no establece una relación causal, identifica un grupo de biomarcadores muy similares a los encontrados en adultos mayores con deterioro cognitivo. Los resultados también concuerdan con estudios previos en roedores que demuestran que una ingesta insuficiente de colina en ratones puede provocar obesidad, problemas metabólicos y una mayor patogénesis de la enfermedad de Alzheimer.
“Nuestros hallazgos sugieren que, en adultos jóvenes, una buena salud metabólica y una ingesta adecuada de colina contribuyen a la salud neuronal, sentando las bases de un envejecimiento saludable”, afirma Jessica Judd, coautora del estudio. En futuras investigaciones se estudiará cómo el estrés metabólico precoz puede influir en el riesgo a largo plazo de padecer enfermedades neurodegenerativas para, en última instancia, desarrollar nuevas estrategias que protejan la salud cerebral a lo largo de toda la vida.
Otros nutrientes que pueden tener un efecto positivo en el cerebro
Ácidos gras os omega-3: hace tiempo que se ha demostrado que los ácidos grasos omega-3 contribuyen a una buena salud cardiaca y ahora también desempeñan un papel en la salud cognitiva. Un estudio realizado en ratones reveló que la suplementación con ácidos grasos poliinsaturados omega-3 mejoraba la memoria de reconocimiento de objetos, la memoria espacial y de localización (recuerdos recuperables conscientemente, como hechos y conocimientos) y la retención de respuestas negativas. Entre los alimentos ricos en ácidos grasos omega-3 se encuentran el salmón, el aceite de linaza y las semillas de chía.
Fosfatidilserina y ácido fosfatídico: Las investigaciones han demostrado que una combinación de fosfatidilserina y ácido fosfatídico puede mejorar la memoria, el estado de ánimo y la función cognitiva en las personas mayores.
Nueces: Una dieta suplementada con nueces puede tener un efecto positivo en la reducción del riesgo, el retraso de la aparición o la ralentización de la progresión de la enfermedad de Alzheimer en ratones.

Citicolina: La citicolina es una sustancia natural que se encuentra en las células del organismo y que contribuye al desarrollo del tejido cerebral, regulando la memoria y la función cognitiva, mejorando la comunicación entre las neuronas y protegiendo las estructuras neuronales de los daños causados por los radicales libres. Los estudios clínicos han demostrado que los suplementos de citicolina pueden ayudar a mantener la función cognitiva normal en la vejez y proteger el cerebro de los daños causados por los radicales libres.
Flavanoles del cacao: Los flavanoles del cacao se han relacionado con la mejora de la circulación y la salud cardiaca, y las investigaciones preliminares también sugieren una posible relación con la mejora de la memoria. Por ejemplo, se ha demostrado que los flavanoles del cacao mejoran la función de una parte específica del cerebro llamada giro dentado, asociada a la memoria relacionada con la edad.
Magnesio: A menudo se recomiendan suplementos de magnesio a las personas que han sufrido una conmoción cerebral grave. Entre los alimentos ricos en magnesio figuran los aguacates, la soja, los plátanos y el chocolate negro.
Arándanos: Los arándanos son conocidos por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, ya que tienen un alto contenido en antocianinas, un flavonoide que potencia las propiedades beneficiosas para la salud de los alimentos. El consumo moderado de arándanos puede aportar beneficios neurocognitivos, como la mejora de la señalización neuronal en los centros cerebrales.


