La exposición a plásticos en la infancia podría favorecer la obesidad, la infertilidad y el asma

La exposición de los niños a las sustancias químicas utilizadas para fabricar artículos de plástico para el hogar plantea crecientes riesgos para la salud que pueden prolongarse hasta bien entrada la edad adulta, informan expertos de NYU Langone Health. Esta es la principal conclusión tras una revisión de cientos de los últimos estudios sobre el tema, publicada en línea en la revista The Lancet Child & Adolescent Health.

El papel de los plásticos en el desarrollo de muchas enfermedades crónicas

El artículo se publicó coincidiendo con una reunión de expertos en Nueva York para debatir el impacto global de los plásticos en la salud humana. En su informe, los autores exponen décadas de pruebas de que las sustancias que se añaden habitualmente a los productos industriales y domésticos pueden contribuir a la aparición de enfermedades y discapacidades, sobre todo cuando se producen a una edad temprana. El estudio se centra en tres clases de sustancias químicas: los ftalatos, que se utilizan para hacer más flexibles los plásticos, los bisfenoles, que aportan resistencia, y las sustancias perfluoroalquiladas (PFAS), que hacen que los materiales sean repelentes al calor y al agua.

Los resultados de los estudios, que examinaron colectivamente a miles de mujeres embarazadas, fetos y niños, relacionaron estas toxinas con diversos problemas de salud a largo plazo, como enfermedades cardiacas, obesidad, infertilidad y asma. “Nuestros hallazgos sugieren que los plásticos desempeñan un papel en el desarrollo de muchas enfermedades crónicas que se prolongan hasta la adolescencia y la edad adulta”, afirma el autor principal del estudio y pediatra Leonardo Trasande, MD, MPP. “Si queremos que los niños se mantengan sanos y vivan más tiempo, tenemos que tomarnos en serio la limitación del uso de estos materiales”, añadió Trasande, Jim G. Hendrick, MD, profesor de pediatría en la NYU Grossman School of Medicine.

Estas sustancias químicas se encuentran en numerosos productos, como envases de alimentos, cosméticos y papel, señaló Trasande, que también es profesor del Departamento de Salud de la Población. Los expertos han descubierto que cuando los plásticos se utilizan, se calientan o se tratan químicamente, se liberan microplásticos y nanopartículas que luego se ingieren. Se ha demostrado que las sustancias químicas utilizadas en los plásticos desencadenan una respuesta inmunitaria hiperactiva (inflamación) en todos los tejidos corporales y alteran la función de hormonas que afectan a muchos procesos corporales. También se cree que estas sustancias afectan al desarrollo del cerebro. Numerosos estudios han relacionado la exposición temprana con una disminución del cociente intelectual y trastornos del neurodesarrollo como el autismo y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. El estudio de The Lancet también investigó estrategias para reducir el consumo de plástico y proteger la salud humana.

Según los investigadores, sustituir los envases de plástico por otros de vidrio o acero inoxidable y evitar el uso de plástico en el microondas y el lavavajillas han demostrado ser útiles. Trasande añade que, al proporcionar directrices claras, los profesionales sanitarios pueden ayudar a los padres a tomar decisiones informadas sobre los productos que utilizan y orientarles hacia opciones más seguras. También sugiere que los médicos trabajen con las escuelas y las organizaciones comunitarias para concienciar a las generaciones más jóvenes sobre los riesgos para la salud de la exposición al plástico. A nivel político, los investigadores piden medidas reguladoras más estrictas para reducir el uso de artículos de plástico no esenciales, sobre todo en comunidades de bajos ingresos con graves desigualdades sanitarias.

Sin embargo, el plástico también puede desempeñar un papel importante en la medicina pediátrica

Su investigación sigue a la última ronda de negociaciones sobre el Acuerdo Mundial de las Naciones Unidas sobre los Plásticos, que tuvo lugar en Ginebra el mes pasado. El acuerdo, actualmente en fase de desarrollo, es una iniciativa internacional para combatir la contaminación por plásticos, en la que más de 100 países piden límites legalmente vinculantes a la producción. Trasande afirma que las conclusiones del artículo subrayan la urgente necesidad de un acuerdo sólido que ayude a proteger no sólo el medio ambiente, sino también la salud humana. Señala que, aunque el valor económico de la industria del plástico se cita a menudo como obstáculo para aprobar normativas, los costes sanitarios de la exposición son enormes, y calcula que sólo en Estados Unidos ascienden a unos 250.000 millones de dólares al año.

El acuerdo mundial sobre los plásticos forma parte del debate del Simposio sobre Plásticos, Salud Humana y Soluciones de NYU Langone Health. En el evento, celebrado ahora en septiembre, se debatieron las últimas investigaciones sobre los efectos de los microplásticos en la salud, la evolución reciente de las políticas y el papel fundamental de la normativa para hacer frente a esta crisis de salud pública. A pesar de sus riesgos para la salud, el plástico puede desempeñar un papel importante en la medicina pediátrica, por ejemplo en respiradores y sondas de alimentación para bebés prematuros, inhaladores para niños con asma y mascarillas que evitan la propagación de infecciones. Según los investigadores, los resultados no cuestionan la necesidad del material en la atención sanitaria, sino que subrayan los peligros de su uso innecesario en otros ámbitos.

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