El estrés es inevitable, pero resulta que la forma en que lo afrontamos a corto plazo tiene efectos duraderos en nuestra salud, felicidad y bienestar general a largo plazo. Probablemente no le resulte extraña la idea de que el estrés tiene efectos negativos en nuestra salud, pero la mayoría de nosotros asociamos estos efectos con acontecimientos muy estresantes, como la pérdida de un empleo o de un ser querido.
Investigaciones anteriores han asociado la gestión eficaz del estrés en el mismo día con mejores resultados de salud a largo plazo, pero hasta ahora los investigadores no habían examinado a las personas cuyo mal humor persiste mucho después de sufrir estrés. En este estudio más reciente sobre el estrés y la salud, la investigación demuestra que incluso el menor de los estresores cotidianos perjudica nuestra salud a largo plazo si nos permitimos aferrarnos a esos sentimientos negativos. Según Leger, “nuestra investigación demuestra que las emociones negativas que persisten incluso después de pequeños estresores cotidianos tienen importantes implicaciones para nuestra salud física a largo plazo.”
El estrés leve afecta a la salud, pero aprender a controlarlo puede contener sus efectos
El equipo de Leger analizó los datos del Estudio Longitudinal Nacional de la Mediana Edad en Estados Unidos sobre Salud y Bienestar. Como parte del estudio, los participantes rellenaron una encuesta de ocho días que registraba sus estados emocionales diarios y explicaba qué factores estresantes diarios desencadenaban las emociones registradas. Diez años después de la encuesta inicial, los participantes comunicaron si habían desarrollado o no una enfermedad crónica o si habían experimentado algún otro problema de salud que interfiriera en su vida cotidiana.
Los investigadores descubrieron que las personas que dejaban que su mal humor se prolongara hasta el día siguiente tendían a tener más problemas de salud, más enfermedades crónicas y mayores limitaciones funcionales en etapas posteriores de su vida. Las conclusiones del equipo se mantuvieron incluso después de ajustar por el estrés reciente, y los efectos parecían estar presentes independientemente del sexo o del estado de salud inicial. Leger explica que “esto significa que los resultados de salud no sólo reflejan cómo reaccionan las personas a los factores estresantes diarios o el número de factores estresantes a los que están expuestas, sino que hay algo único en lo negativo que se sienten al día siguiente que tiene importantes consecuencias para la salud física”.
Aprender a no preocuparse por las cosas pequeñas para ser más feliz ahora y estar más sano después
The team’s findings suggest that learning to effectively recover from daily stress is crucial to our long-term wellbeing. Encountering stress in our lives is normal and sometimes Las conclusiones del equipo sugieren que aprender a recuperarse eficazmente del estrés diario es crucial para nuestro bienestar a largo plazo. Encontrar estrés en nuestras vidas es normal y a veces incluso beneficioso, pero antes de dejarnos abrumar por todo ello, recordemos que hay muchas maneras de hacernos cargo y que, en última instancia, aferrarnos a esos malos sentimientos es lo peor que podemos hacer.
“Stress is common in our everyday lives. It happens at work, it happens at school, it happens at home and in our relationships. Our research shows that the strategy to ‘just let it go’ could be beneficial to our long-term physical health,” concludes Leger.
Formas naturales de controlar el estrés
El estrés podría estar afectando a nuestra salud incluso donde no lo reconocemos. Si no se controla, el estrés debilita el sistema inmunitario, provoca hipertensión y contribuye al desarrollo de enfermedades graves como las cardiovasculares, la obesidad y la depresión grave. He aquí algunas técnicas saludables que podemos utilizar para aliviar los efectos a largo plazo del estrés a corto plazo.
Detenerse, encontrar perspectiva y establecer prioridades.
Demos un paso atrás en la situación para pensar en el origen del estrés. Si el factor estresante es inevitable, pensemos en las medidas que podemos tomar para controlar la situación. Hacer regularmente listas de tareas pendientes o llevar un diario de viñetas es una forma estupenda de evitar el agobio manteniendo las cosas en perspectiva.
Utilizar técnicas de relajación y atención plena.
Hacer ejercicio regularmente.
Clave para la salud mental y física, las investigaciones demuestran que la actividad física regular favorece una mejor salud general, reduce la ansiedad y alivia los síntomas de la depresión. Incluso un paseo de 20 minutos tiene efectos inmediatos. El yoga es un excelente ejercicio de bajo impacto que ha demostrado reducir el estrés e incluso ayudar a equilibrar las hormonas.
Seguir una dieta sana y equilibrada.
Cada vez hay más estudios que sugieren que lo que comemos afecta en gran medida a cómo nos sentimos. Por ejemplo, las deficiencias de magnesio se han relacionado con un aumento de la ansiedad y la depresión, mientras que la ingesta adecuada de ácidos grasos omega-3 ha demostrado reducir los niveles de cortisol. Obtener los nutrientes adecuados es esencial para que el organismo pueda gestionar correctamente el estrés.
Utilizar hierbas naturales y aceites esenciales.
Está demostrado que ciertos aceites esenciales, como la manzanilla, el incienso y la bergamota, reducen los niveles de cortisol. Asimismo, el uso de hierbas adaptógenas reduce los niveles de estrés al tiempo que potencia la capacidad del organismo para afrontarlo. La fórmula para mujeres de Macabido incluye hierbas terapéuticas como la lavanda, el eleuthero y la maca, que se ha demostrado clínicamente que regulan las hormonas del estrés y favorecen el bienestar.
Hablar de eso.
A veces, hablarlo con alguien es la forma más fácil de desahogarse. Socializar con amigos y familiares o buscar redes de apoyo de personas con ideas afines o problemas similares es una forma estupenda de aliviar el estrés mediante la comprensión y la validación.